
Solamente Dios conoce nuestro interior, El sí conoce nuestro interior y sabe exactamente cuando tenemos el deseo de agradarlo, y sabe si este deseo es sincero o no. Pero solamente a través de nuestras acciones podremos enseñar esto a Dios y también para aquellos que están a nuestro alrededor, lo más difícil es enseñar con actitudes, porque existe una gran diferencia entre ser y hacer, muchos de nosotros a veces hacemos mucho, con las manos, el trabajo físico y pensamos que por hacer mucho : limpiezas, evangelismo, cuidado de la casa, cuidado de la ebi, etc, agradamos a Dios, todo esto es de suprema importancia, porque cuando somos de Dios, buscamos hacer lo mejor para El. Acordémonos de Marta y María, mientras una estaba a los pies de Jesús, la otra muy ocupada con los quehaceres. Mientras una estaba ocupada buscando el alimento espiritual, la otra estaba preocupada haciendo el alimento físico, en este momento las dos estaban sirviendo a Jesús, pero ¿cual parte es más importante? Lo primordial es ser de Dios y somos de Dios cuando buscamos practicar su palabra sin interés, amamos y somos la verdadera ofrenda cuando damos un buen testimonio, no importando donde estamos.
Amar a los que están afuera, que no conocen a Dios es practicar el primer amor, pero para amar al alma que está a nuestro lado, es nuestro trabajo, aquel que convive con nosotros, dejamos entonces de hacer y ser, enseñando a todos el amor incondicional y sirviendo a Dios, llevando a todos aquellos que están a nuestro alrededor a Dios y exhalando el buen perfume de Jesús
Quien es, hace siempre, pero ni siempre quien hace, es!
Aun el muchacho es conocido por sus hechos,si su conducta fuere limpia y recta.
(Proverbios 20:11)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario