El Espíritu del Señor

No hay nada en este mundo más valioso que tener el Espíritu de Dios dentro de cada uno de nosotros. Ciertamente, todos queremos ser felices y tener logros cada día. Pero el mayor logro de un ser humano es tener este Espíritu, porque es un logro para siempre.
Los que poseen este Espíritu no renunciarán, pero perseveran.
No se dejan llevar por las dificultades, pero la dificultad es una de las razones para nuevas conquistas.
No se preocupa por lo que tus ojos están viendo, pero se mantiene en la fe, la creencia de que va a mirar lo que nunca miro.
En él, el fuego nunca se apaga, ya que este fuego es la propia marca de Dios en su vida,
Cada día que se inicia es una oportunidad de no añadir, pero de multiplicar
EL NO se preocupa por ser diferente, pero SI EN hacer una diferencia en las vidas de las personas,
No vive de Palabras, sino de actitudes,
Jamas desiste por mas difícil que sea el desierto, mas aprovecha el desierto para fortalecerse y crecer
Restaura lo que fue destruido, por una vez que se renueva y lleva este Espiritu fuerte al abatido
Su gozo está en ser utilizado para transformar vidas y traer la justicia y la salvación

Tengamos cuidado de que nuestro mayor logro en este mundo sea la permanencia del Espíritu del Señor en nosotros, porque con él podemos ganar el mundo y no dejar que el mundo nos gane.

" Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas." (San Mateo 6.33)


...¨El Espíritu del Señor DIOS está sobre mí, porque me ha ungido el SEÑOR para traer buenas nuevas a los afligidos; me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón, para proclamar libertad a los cautivos y liberación a los prisioneros; para proclamar el año favorable del SEÑOR, y el día de venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los que lloran, para conceder que a los que lloran en Sion
se les dé diadema en vez de ceniza, aceite de alegría en vez de luto, manto de alabanza en vez de espíritu abatido; para que sean llamados robles de justicia,
plantío del SEÑOR, para que El sea glorificado. (Isaias 61.3)